LITIO Y EL CAMINO A LA SUSTENTABILIDAD

Es momento de comenzar a interpretar el modelo de sustentabilidad y sus estructuras relacionadas con la descarbonización del planeta. Todos los avances tecnológicos sobre las energías limpias tendrán que representar un valor económico presente y futuro, permitiendo fiscalizar que el valor energético constituido de manera limpia permita representar en términos económicos una retroalimentación sobre el crecimiento de la matriz de electromovilidad.

¿Pero qué es lo que sucede con esta corriente de cartelizar post nacionalización del litio y cuáles serán sus consecuencias sociales, económicas y sustentables?

Durante todo este tiempo, hemos visto cómo diferentes grupos concentrados de la política de turno toman la decisión de sumergir a sus pueblos a los tiempos de feudalismo abolidos en la noche del 4 de agosto de 1789 por la revolución francesa.

Está claro que el objetivo real sobre la commodity “litio” es primero adueñarse y controlar desde una política cada vez más rica en donde su pueblo es sometido bajo los parámetros de sostener un estado elefantásico cuyos efectos trituran su sustentabilidad y transparencia, en dónde se presume de estado democrático.

La pobreza en Latinoamérica cada vez es más profunda y lamentablemente estos modelos políticos aplaudidos por sus súbditos, simplemente alimentan un claro control sobre las energías futuras sometidas al desarrollo económico y social.

Tengamos presente que la tipificación correcta del litio es clasificarlo como una commodity, actualmente transitando hacia una transición con el petróleo en donde los intereses políticos de los últimos 150 años fueron escenarios de guerras, corrupción, inflación, conflictos económicos sociales regionales.

Es por eso que nacionalizar, deriva sobre un caldo de cultivo espurio, en donde la política rimbombante manifiesta efusivamente desde sus redes sociales que el litio ahora le pertenece al pueblo, ¡todo lo contrario! Le pertenece al modelo feudal moderno de colonizar el futuro de los pueblos mapeados geopolíticamente en toda Latinoamérica.

Si realizamos un pequeño análisis desde el año 2015 hasta 2023 sobre los precios de los combustibles en Latinoamérica, subieron un promedio de un orden de 65 % México, 1495% Argentina y 85% Chile, determinando a simple vista una mayor pobreza social y división de clases ante la falta de sustentabilidad económica en base a los recursos energéticos.

Está claro que este camino constituye la imprudencia política de endeudar el futuro de los pueblos si el litio y sus derivados sustituyen en los próximos 10 años las energías fósiles a limpias con el compromiso de disminuir el impacto de la huella de carbono que generamos los pueblos.

El estado debería regular y tipificar al litio desarrollando indicadores que permitan controlar el precio y su impacto sobre el modelo de sustentabilidad permitiendo desarrollar la retroalimentación en la economía con valorización y visibilidad de los recursos en base a la integración social, construyendo la cadena productiva de la electromovilidad. Esto es generar transparencia y equidad entre los pueblos. La soberanía reside en el pueblo.