EL FUEGO QUE ARDE EN BRANDSEN: VECINOS RESISTEN LA INSTALACIÓN DE UNA PLANTA TERMOELÉCTRICA

La localidad bonaerense de Brandsen, ubicada sobre el kilómetro 42 de la ruta 2, se ha transformado en el epicentro de una nueva polémica ambiental que amenaza con encender una chispa en medio de una pradera seca. La propuesta para instalar una planta termoeléctrica en la zona, lejos de aplacar la crisis energética que atraviesa la Argentina, parece —según denuncian vecinos y organizaciones— "echarle nafta al fuego".
Con un comunicado encendido, el Foro en Defensa del Río de la Plata, la Salud y el Medio Ambiente expresó su más rotundo rechazo al proyecto, al que califican como una “falsa alternativa” ante la falta histórica de inversiones en infraestructura energética. Pero el repudio no se queda en una simple consigna: hay argumentos sólidos que ponen en tela de juicio el impacto ambiental de la iniciativa.
Las termoeléctricas, recuerdan desde el Foro, son fuente comprobada de emisiones tóxicas. En su funcionamiento liberan dióxido de azufre y de nitrógeno, monóxido de carbono, metales pesados como el mercurio y material particulado, todos elementos dañinos para la atmósfera y la salud humana. A eso se suma su contribución directa al cambio climático mediante la emisión de gases de efecto invernadero.
Pero el problema no termina en el aire. Según el comunicado, la planta también podría poner en riesgo uno de los recursos naturales más preciados del lugar: el acuífero Puelche, que abastece de agua potable a gran parte de la región, y el arroyo San Luis, afluente del río Samborombón.
Frente a este escenario, la indignación de los vecinos no es caprichosa. “¿Significa esto que no hay soluciones? No, por el contrario”, afirman desde el Foro. En su lugar, proponen una inversión real y sostenida en fuentes limpias como la energía solar, opción que —advierten— es perfectamente viable en el predio elegido para la termoeléctrica.
Sin embargo, el planteo choca contra un obstáculo recurrente en este tipo de debates: la lógica de mercado. Las fuentes renovables, señalan, resultan poco atractivas para las grandes empresas por su rentabilidad limitada, y los gobiernos, inmersos en prioridades cambiantes, no parecen dispuestos a asumir el costo de pensar en el largo plazo.
La resistencia crece y promete escalar. “No a la planta termoeléctrica. Sí a la energía limpia”, resumen quienes alzan la voz desde Brandsen. La consigna está clara. La pelea recién empieza. Y esta vez, el fuego que prende es el de una comunidad dispuesta a defender su futuro.