LA ESCALADA ENTRE IRÁN, ISRAEL Y ESTADOS UNIDOS DISPARA EL PRECIO DEL BARRIL Y GOLPEA A LA ARGENTINA

La nueva oleada de violencia en Medio Oriente impacta de lleno en el mercado del petróleo. El precio internacional se dispara y amenaza con profundizar la crisis económica argentina.
El reciente recrudecimiento del conflicto militar entre Irán, Israel y Estados Unidos volvió a sacudir el tablero geopolítico global y, con ello, los mercados energéticos internacionales. En apenas unos días, los precios del petróleo se dispararon por encima de los 90 dólares por barril, arrastrados por el temor a un colapso en el suministro global.
Las tensiones se intensificaron luego de ataques cruzados en puntos estratégicos del Golfo Pérsico y amenazas directas al tránsito por el estrecho de Ormuz, una vía marítima clave por donde circula alrededor del 30% del crudo mundial. Esta situación encendió todas las alarmas en las bolsas de energía, que reaccionaron con aumentos inmediatos en los futuros del Brent y del WTI.
Argentina, entre la guerra y la crisis
El salto del barril en los mercados internacionales genera consecuencias directas en la economía argentina. El país depende en buena parte de la importación de crudo y gas natural licuado, especialmente durante los meses de invierno, cuando la demanda energética se dispara. Con el precio internacional al alza, el costo de abastecimiento se encarece y presiona sobre la balanza comercial y los niveles de reservas del Banco Central.
Al mismo tiempo, crece el riesgo inflacionario. En un contexto de fuerte recesión interna y caída del consumo, cualquier aumento en los combustibles impacta en cadena sobre el transporte, los alimentos y la actividad industrial. Las posibilidades de sostener precios en surtidores se reducen y todo indica que habrá ajustes en los próximos días si la situación bélica no se contiene.
“El conflicto en Medio Oriente vuelve a recordarnos que el precio del petróleo es una variable que trasciende lo económico. Hoy está marcado por decisiones militares y diplomáticas. Para países frágiles como Argentina, eso es una amenaza concreta”, explicó el economista especializado en energía Marcelo Di Giacomo.
Repercusiones inmediatas
Con una inflación que aún se mantiene alta y una recesión que no da tregua, la suba del crudo se suma a las múltiples presiones sobre el bolsillo de la ciudadanía. El gobierno nacional intenta contener los aumentos en los combustibles, pero las petroleras ya comenzaron a advertir que no podrán sostener los valores actuales si el barril internacional se consolida por encima de los 90 dólares.
El invierno agrega tensión: el país debe importar gas licuado a precios que están directamente atados al petróleo. El encarecimiento de esa matriz energética pone en jaque tanto el sistema de subsidios como la ya debilitada capacidad fiscal del Estado.
Una guerra que se paga en los surtidores
Lo que sucede a miles de kilómetros de distancia, en el corazón del Medio Oriente, tiene impacto inmediato en la vida cotidiana de los argentinos. La incertidumbre sobre la continuidad del conflicto, la posible interrupción de rutas de suministro y el aumento de la especulación financiera alimentan un cóctel explosivo que ya empezó a sentirse en los mercados locales.
Mientras los líderes del mundo discuten en foros internacionales cómo frenar la escalada, los argentinos observan con preocupación cómo cada nuevo ataque militar se traduce en aumentos de precios y en mayores dificultades para sostener un esquema económico ya frágil. En este tablero global, la guerra no solo se libra con armas: también se libra con barriles. Y sus consecuencias, como siempre, caen sobre los más vulnerables.