OPINION: SECTOR PORCINO ENTRE PREBENDAS Y CANONICATOS

Aunque ordinariamente se confunda la palabra prebenda con la de canonicato, se diferencian en que la prebenda es el derecho que tiene un eclesiástico a percibir ciertas rentas de una iglesia catedral o colegial mientras que el canonicato es un título espiritual independiente de las rentas temporales. De este modo, la prebenda puede subsistir sin el canonicato y este por el contrario es inseparable de la prebenda

Vemos que la prebenda era antiguamente el derecho que tenía un eclesiástico de recibir una renta por su condición de servidor, este concepto se fue modernizando y hoy resulta ser aplicado a un actor económico que recibe un beneficio de parte del Estado por una condición de privilegio.
Es en estos términos en los que debemos interpretar la “lluvia de importaciones de carne porcina” que a esta altura de la gestión no tiene antecedentes, en los primeros 5 meses del año (último dato disponible) marca un récord histórico.
El sector porcino, a través de sus dirigentes, ha permitido una “evolución libre” y es en este escenario donde una macroeconomía que presenta problemas esenciales y al que se le suman el impacto de la crisis post COVID y la interferencia fenomenal que desato el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, donde esa evolución, permite que según las circunstancias se sobre o sub facturen importaciones y exportaciones, armándose y desarmándose “rulos”, estas anomalías apagan con nafta el fuego causado por la prebenda que se les otorga a la industria del chacinado, la de importar carne porcina desde Brasil en forma discrecional y que luego fue asumida como un derecho de parte de un conjunto cada vez mayor de intermediarios y comercializadores.
El flagelo que propinan estos intermediarios que importan con dólares subsidiados, carne porcina congelada desde Brasil y acto seguido la venden como carne fresca engañando a la gente, es tan gratuito como inexplicable, NO generan valor agregado y NO reducen el precio de venta al público (el que se forma a partir del precio de la carne vacuna), solo dañan. 
No somos matarifes, no somos troceadores, ni distribuidores, tampoco carniceros, somos el primer eslabón de la cadena de valor porcina, el de los PRODUCTORES PRIMARIOS. Somos los responsables de la segunda dimensión en la evolución de la producción de alimentos, la transformación de proteína vegetal en proteína animal, llevamos adelante esa transformación con mano de obra y materias primas nacionales, necesitamos definitivamente, POLÍTICAS PRODUCTIVAS SERIAS, esto significa que necesitamos que nuestro esfuerzo de trabajo e inversión de capital, tenga como corolario una renta CIERTA Y POSITIVA.
El reclamo anterior deja expuesto el que nuestros representantes NO pueden o no quieren, interpretar la problemática sectorial y terminan reclamando por intereses a veces ajenos y otras veces encontrados con nuestras necesidades. Algo que siempre termina siendo funcional a una minoría que vive de la prebenda, se les ofrece créditos con tasas negativas, se les permite acceder a dólares subsidiados para importar carne porcina o se les permite importar para stockearse con la justificación de que la industria necesita “abastecerse del exterior”, sin embargo, a ningún funcionario ni a ningún dirigente, se le ocurrió cuestionar con firmeza la pretendida imposibilidad de producir localmente esa materia prima que es carne porcina, una producción que es perfectamente posible y aumentaría el valor agregado al cereal que nuestro país también produce.
Simplemente se acepta que se importen volúmenes cada vez mayores de una producción que podría ser reemplazada y que todos los años resulta ser funcional a la formación de los precios del “capón en pie”, es decir a su INESCRUPULOSA MANIPULACIÓN, digamos que esa permisividad es algo bastante parecido a una prebenda, un derecho que tuvo excluyentemente en principio la industria chacinadora, el derecho de manipular o administrar el precio, pero que ahora alcanza a distribuidores que operan el mismo “RULO”.
Desconocemos la Genesis de este derecho que se le reconoció en originalmente a la “industria chacinadora porcina”, quien o como fue, este sector ungido con la gracia de este canonicato que le otorga el derecho a la prebenda, es un misterio, solo sabemos que necesitamos como sector productivo, para sobrevivir evitando la concentración, rediscutir esos preconceptos que implican privilegios lacerantes, los que hoy se han trasladado inclusive hacia un “grupo de vivos” a quienes se les permite el acceso a los dólares subsidiados para hacerse con una renta a costa de un importante daño a la producción nacional.
Entonces tenemos que la formación del único precio que define nuestros ingresos como productores primarios, que es el del “capón en pie”, resulta absolutamente misteriosa y a su vez es flagrantemente intervenida a través de las importaciones de carne porcina que representan en sí misma, la SUSTITUCIÓN DE LA MANO DE OBRA NACIONAL. 
Debemos señalar que la actual utilización de los escasos dólares para importar un producto que es producido localmente, representa torpeza, impericia, ineptitud, incompetencia y deshonestidad.

Agregamos que para Administrar quirúrgicamente los escasos dólares, hay que afectar intereses, por eso los actuales funcionarios están más preocupados en conseguir más dólares que en determinar quienes y como se gastan, por eso toda la política actual se dirige exclusivamente a ampliar la capacidad exportadora, el motivo es la falta de “Poder Político” de este gobierno y la resultante es nuestra debacle que sale en combo con un gran negocio (la prebenda) para el importador de estos productos que en nuestro caso toma la forma de “carne porcina”.