ESTACIONES DE SERVICIO: UN SECTOR SIN AUTOESTIMA (CARTA DE LECTORES) Por Alejandro Di Palma
Si vemos las cosas desde una perspectiva más amplia, somos un sector que ha perdido o nunca aspiró a poseer centralidad o importancia y como tal, sin Poder de negociación. Quizás es ese el motivo por el cual hemos sido sistemáticamente objeto arbitrariedades y hasta a veces caprichos de las Empresas Petroleras como de ninguneos de parte de los distintos gobiernos, acciones que han terminado erosionado la red de Estaciones de Servicio, el eslabón más débil de la cadena de valor Petrolera, sin siquiera haber provocado ninguna incomodidad en términos Institucionales.
No hemos
sido capaces, como sector, de encontrar Poder ni siquiera en la legitimidad,
integridad, compromiso, tolerancia o conocimiento de las necesidades propias.
La persistencia, las habilidades de persuasión tanto como la capacidad de
análisis, que son también formas de Poder durante una negociación, estas han
sido también grandes ausentes en el mérito de nuestra dirigencia y como
corolario, todo esto ha tenido un correlato fácil de interpretar, hemos
rebotado entre distintas crisis con apenas el mínimo aliento para respirar.
Hoy la
distancia que ha tomado la dirigencia del Sector de las EESS, es la misma que la
aleja de la realidad, una realidad que hoy nos duele.
Resultará
altamente improbable alcanzar las ventas previas a la pandemia o sostener
ventas tales que nos alejen del dominio de las pérdidas, es que los precios definidos
unilateralmente por las Empresas
Petroleras (sin participación de las expendedoras), para los
productos que ofrecemos, NO tienen relación con la realidad que marca el
bolsillo de nuestros clientes.
Así mismo sería
ridículo esperar que nuestros actuales dirigentes puedan ayudar a exhibir las
problemáticas que nos afligen, están demasiado ocupados en hacer declaraciones
simpáticas con los intereses de las Petroleras y alejadas tanto de las
realidades del Sector, como de los usuarios.
Durante
muchos años su única preocupación fue el cobro compulsivo de una cuota que automáticamente
los convertía en representantes, como si se tratara de
la unción sagrada, es que a partir de ese momento eran elegidos para predicar
la buena nueva y liberarse del lastre de los problemas mundanos del Sector.
Una cuota que sostuvieron como compulsiva aun durante los peores meses de
la cuarentena, una deuda que algunos NO pagamos por considerarla un rechazo a
ese abuso flagrante que viene en combo con la ilusión de haber sostenido el
pleno empleo.
CONDENADOS
PERPETUAMENTE A VIVIR LA REALIDAD
Es que
nosotros, los Estacioneros, los comerciantes de barrio, no tenemos la menor alternativa
de vivir una irrealidad, estamos condenados a perpetuidad a relacionarnos con
la realidad que define el bolsillo de los usuarios (nuestros clientes), es ahí
donde se separan los caminos entre nuestras necesidades y los discursos vacíos de
nuestros sagrados dirigentes.
Seguramente
esa actitud que hoy ya NO podemos aceptar, es la misma a la que se
acostumbraron nuestros dirigentes durante años de obsecuencia. Haber permitido
que las Petroleras ajusticien desvinculando a los Operadores que señalaban
acciones abusivas, políticas comerciales perversas, etc, no fue una acción
digna, ni funcional, resultó ser una actitud cobarde y perversa. Ese fue el
momento en el que los otros actores de la cadena de valor se convirtieron en
nuestras Némesis.
La sola
mención de nuestros problemas, NO era bien vista por la Petroleras o por los
sindicatos que agrupan a nuestros empleados, entonces los discursos se
volvieron simplemente simpáticos a fin de evitar la confrontación, en ese
preciso momento entramos en una camino sin retorno de pérdida de Poder, de
perdida de autoestima, hasta el punto en que hoy casi ningún participante
del Sector considera posible alcanzar una ventaja, o torcer una sentencia dictada
por los OTROS actores de la cadena de valor y es ahí donde ya no hay retorno,
solo queda la decadencia y una existencia únicamente vinculada con la necesidad
de los OTROS actores, los relevantes.